Michel Foucault: La historia oculta de la salud mental
- Salvador Carrillo

- 4 sept
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por Salvador Carrillo
Foucault nos plantea una pregunta desafiante a los que nos dedicamos a la terapia psicológica: ¿Qué es la salud mental? Pregunta que incluye el cuestionamiento: ¿Qué es la locura?
Este filósofo francés, que se suele asociar al posestructuralismo, dedicó su tiempo a la redacción del libro Historia de la locura. Su tesis central, y algo que es bastante evidente, es que en muchos casos el rótulo de locura es un medio de control social, utilizado para aislar aquello que se desvía de la norma. Analizaremos sus ideas para, de manera posterior, reflexionar sobre su vigencia en el mundo actual.

Aunque en muchos casos Foucault peca, en mi opinión, de exagerado, no podemos dejar de lado sus análisis. Las enfermedades mentales existen, merecen que se les preste atención y ayuda. Pero, igual de importante, y creo que cualquiera sensata nota esto, hay una tendencia en la sociedad a patologizar aquello que no es insano; hay conductas que son etiquetadas como enfermedades mentales no porque en realidad lo sean, sino porque van en contra de los intereses del orden social establecido. De ejemplo, dos casos escandalosos:
· La drapetomanía, un término acuñado en 1851 por el médico estadounidense Samuel A. Cartwright. Era una supuesta enfermedad mental que sufrían los esclavos afrodescendientes que les causaba deseos de huir de sus amos, en vez de aceptar su estado natural de sumisión. Un término racista y perverso, pero que en su momento fue considerado de sentido común y científico.
· La homosexualidad hasta finales XIX fue vista como un crimen; recordemos que el gran escritor Oscar Wilde fue encarcelado en 1895 por practicarla. Luego, de manera progresiva esta dejó de ser considerada crimen y pasó a ser considerada una enfermedad mental. Médicos y psiquiatras como Richard von Krafft-Ebing (Psychopathia Sexualis, 1886) clasificaron la homosexualidad como una "inversión sexual" o "perversión". En el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), la homosexualidad apareció como un "trastorno sexual" en el DSM-I (1952) y DSM-II (1968). La homosexualidad dejaría de ser considerada una enfermedad en 1987, principalmente debido a los movimientos de protesta por los derechos de los homosexuales. La OMS la desclasifica como enfermedad en 1990. La criminalización y posterior patologización de la homosexualidad tuvo, y sigue teniendo por parte de los círculos conservadores, una intención prescriptiva de control social.
Foucault destaca que, a partir del siglo XVII, al considerado loco se le oculta. Y es que, para el autor francés, la sociedad tiende a ocultar aquello que no hace funcional a su sistema. No se desea ver lo que incomoda, recluyéndolo. Los tratamientos eran inhumanos; incluían métodos violentos como azotes, cadenas, inmovilización y duchas de agua fría para "controlar" o "corregir" el comportamiento de los locos. Un ejemplo:
· En Inglaterra, el Bethlem Royal Hospital era conocido por encadenar a los pacientes y someterlos a palizas. Los internos eran tratados como animales, y el público podía pagar para observar a los "locos" como espectáculo.
· En Portugal, existía el Asilo de Santa María de Belén en Lisboa, donde los pacientes eran sometidos a palizas y también expuestos para el entretenimiento del público.
A finales del siglo XVIII e inicios del XIX, aparece la figura del psiquiatra Pinel, quien crea la terapia moral, que en realidad es el inicio de la terapia humanista: una mirada humana sobre el enfermo mental. Quita las cadenas a los enfermos mentales y los trata con compasión y diálogo.
La opinión de Foucault sobre Pinel es polémica, pero merece al menos una invitación a la reflexión:
· En Historia de la locura señala: "El gesto de Pinel no es un gesto de liberación, sino el establecimiento de un nuevo sistema de coerción... La locura es ahora objeto de una mirada médica que la clasifica y la disciplina."
· En El poder psiquiátrico: Cursos Collège de France indica: "El poder psiquiátrico, tal como se constituye en el siglo XIX, no es la abolición del encierro, sino su transformación en un dispositivo de normalización... El tratamiento moral es una técnica de domesticación."
· En Vigilar y castigar indica: “Los jueces de la normalidad están presentes en todas partes. Estamos en la sociedad del maestro-juez, del médico-juez, del educador-juez, del trabajador social-juez; sobre ellos se basa el reino universal de lo normativo”.
La postura de Foucault es, y me parece esto claro, no del todo injusta, pero sí exagerada. La humanización de los hospitales psiquiátricos cambia la relación que la sociedad tiene con la enfermedad mental. Antes, a los locos se les torturaba y humillaba, se les deshumanizaba; luego se busca abordarla de una manera comprensiva, desde un verdadero tratamiento humanizante. Pero Foucault indica que también este es el punto de quiebre en donde se comienza a buscar domesticar al diferente para que se vuelva normal, tornándose los servicios de salud mental una forma de meter en línea al que está fuera de ella. Foucault aquí está, a mi parecer, parcializado, pues habla como si la enfermedad mental fuera exclusivamente una categoría de marginalización, cuando tiende a ser una categoría al servicio de una persona que sufre y que necesita ayuda. No es necesariamente solo un proceso de normalización, sino también de salud. Pero en muchos casos, muchas terapias sí lo son, y son bastantes las ocasiones en que no se patologiza aquello que hace sufrir, sino aquello que es distinto.
Para Foucault, con una sensibilidad de izquierda, la principal función de las disciplinas asociadas a la salud mental es comprender mejor al individuo para volverlo productivo dentro del sistema capitalista. Aunque muchos terapeutas caen en eso, es un reduccionismo injusto. En realidad, los tratamientos de salud mental buscan que la persona pueda ser funcional, principalmente para sí misma, para su vida. Resulta claro que ello implica que eso conduzca a que sea más productiva, pero esa no es, ni debería ser, la única razón.
Foucault falleció en 1984. Desarrolló su obra en un contexto en que el psicoanálisis era popular en Francia, especialmente desde la posguerra hasta los años 80; su influencia se extendía más allá de la clínica, impactando la filosofía, la literatura, el arte y las ciencias sociales. Sobre el psicoanálisis en específico, indicó:
· "El psicoanálisis ha hecho de la confesión un instrumento privilegiado para producir la verdad del sujeto... La obligación de confesarse es ahora tan profundamente incorporada en nosotros que no la percibimos como el efecto de un poder que nos constriñe." (Historia de la sexualidad)
· "El psicoanálisis hereda del poder pastoral su preocupación por el individuo, pero lo inscribe en un dispositivo médico que busca no la salvación, sino la normalización... La confesión ya no es religiosa, sino científica." (El poder psiquiátrico)
Para Foucault, las humanidades aparecen no solo para el beneficio de la humanidad, sino para entender a los seres humanos mejor con la intención de dominarlos con mayor eficacia. Consideraba que los mecanismos de control social, con el pasar del tiempo, se han ido afinando, perfeccionando su capacidad para domesticar a los seres humanos en función del sistema social establecido. Es desde ese ángulo que juzgó al psicoanálisis como una continuación del supuesto poder psiquiátrico dominador de los seres humanos y la continuación de la religión. En el psicoanálisis la persona confiesa toda su intimidad para que el psicoanalista moldee, según las normas sociales, la subjetividad del analizado, alejándolo de su libertad y libre determinación.
Al respecto, se pueden hacer varias críticas y consideraciones. Foucault no conoció a fondo las terapias humanistas ni cognitivo-conductuales, ni menos aún las actuales terapias psicológicas llamadas terapias contextuales. Terapias que tienen como base respetar la individualidad de cada persona; las terapias psicológicas modernas no son para moralizar ni normalizar, sino para que la persona reduzca su sufrimiento y tenga una vida con mayor sentido y funcional para sí misma. En realidad, el progreso evolutivo de las terapias psicológicas ha ido cada vez más lejos de lo que él llamó el poder pastoral —el uso de las terapias para mantener el statu quo— y más hacia aceptar la diversidad y permitir que las personas construyan su propia subjetividad. Es más, Foucault desarrolló el concepto de tecnología del yo, inspirado en las técnicas de los griegos, como las de la escuela de los estoicos, para resistir la determinación del entorno y ser formador de la propia sensibilidad, criterio y ética. Muchas terapias modernas toman como inspiración, fuente y modelo técnicas y criterios de esas prácticas griegas de resistencia que él tanto admiró.
Esta revisión sobre el concepto que Foucault tuvo sobre la salud mental debe ser un recordatorio de que el proceso de mejorar la salud mental no es para normalizar a las personas, volverlas como la mayoría o encajarlas en un discurso moral dogmático, sino para que sean más libres, dueñas de sí mismas y capaces de labrar su propia subjetividad. Recordemos la frase de Krishnamurti: No es sano estar adaptado a una sociedad enferma.



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