top of page

El Dios Interior

Salvador Carrillo

@terapiacarrillo

La cuestión sobre Dios es compleja porque implica, primero, definir qué o quién es Dios. Muchos religiosos presentan argumentos a favor de la existencia de Dios, pero muchas veces olvidan probar que ese Dios es el Dios de su fe religiosa. Es fácil, desde un nivel filosófico, probar la existencia de Dios, como por ejemplo el argumento aristotélico de la causa primera: si todo es causa y efecto, entonces tiene que haber una causa primera. Argumento que, como es evidente, encaja bien con el Big Bang. ¿De dónde salió el Big Bang? ¡Allí está la cuestión! Pero, como dice el filósofo Gustavo Bueno, nadie dice: "¡Oh causa primera, bendícenos!" Es un principio abstracto, no un individuo.

Tenemos también al Dios que es energía, que sostiene la existencia y moviliza los eventos; una especie de energía misteriosa llena de potencia. Pero, de igual manera, uno no dice: "¡Oh energía que mueve las cosas, bendíceme!" Con estos ejemplos busco expresar que los conceptos sobre Dios son variados y no implican de manera necesaria algún tipo de relación personal o emotiva. Los dioses de las religiones no se basan en la razón, sino en la fe. Una fe que se fundamenta en la intuición, en un permitirse creer sin evidencias. Al respecto, William James, desde una perspectiva pragmatista, señala que la creencia religiosa se basa en la conveniencia: se cree porque te hace sentir bien; creer en creer.

Algunos buscan la evidencia de la creencia religiosa por medio del estudio de prodigios sobrenaturales, como la sanación por medio de la oración y cosas de ese tipo. Los resultados de esas investigaciones deben analizarse de forma crítica y justa, y reflexionarse de manera imparcial. Y, claro está, el ateísmo, que plantea que el concepto de Dios es algo inútil y que no tiene base de ningún tipo.

Ciertos sectores espirituales, tanto desde dentro como —en menor medida— desde ciertas religiones, plantean el concepto de Dios interior. Un concepto filosófico que, como tal, puede ser refutado de muchas maneras —pues toda tesis tiene siempre varias antítesis—. Señala que Dios está en el interior y que se llega a Él por medio de la introspección: la reflexión, la escucha de las emociones y la intuición. Plantea que, más allá de las creencias sociales y los dogmas, la chispa de Dios está dentro de nosotros, y que si vivimos acorde a ello, entonces seremos uno con Dios y trascenderemos nuestro ego. Este planteamiento nos conecta con tradiciones esotéricas como Thelema o la Gnosis, así como con escuelas humanistas de terapia psicológica.

Este tipo de mística, evidentemente, tiene un carácter de autoafirmación y también de conquista de la propia identidad. Es la devoción al Dios Interior y el rechazo a guiarse por las expectativas de los demás. Una propuesta que amenaza a las instituciones organizadas y a los enemigos del libre pensamiento. En una época de extroversión desatada, en donde todos exhiben su vida en Instagram y, como nunca antes, la imagen lo es todo, resulta una ruta contracultural.

Si tomamos la perspectiva pragmatista de William James para el concepto de Dios Interior, podemos abrirnos a una experiencia bastante especial de la espiritualidad, sobre todo para los espíritus independientes que desean encontrar un camino propio. Y, de manera clara, es una concepción espiritual que es contraria a la visión de la religiosidad como experiencia grupal y estructurada por una autoridad institucional.

En lo personal, desde hace unos años he tomado el sendero de vivir acorde al Dios Interior, y me ha servido para encontrar las capas más profundas de mi ser y me ha llevado a tener una fuerte fe en mi propio criterio, en mi intuición, un mayor sentido del cultivo de mi interior, un enorme sentido de la vida y una identidad más definida. Recomiendo a quienes se sientan atraídos por este concepto que lo investiguen y lo pongan a prueba.

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page